Tucked away in the margins of the most recent cultural history in Spain, the liveliness of countercultural practices in Andalusia dazzles as soon as we scratch the ashes, still smoldering, of the hundred bonfires that fueled the rebellious spirit of many artists during the sixties and seventies.
Poets, musicians or singers, among others, repudiated the constraints of the official culture, promoting artistic initiatives of all kinds, hardly investigated today, which account for an unexplored cultural panorama; a transforming creative fabric and rupture that, despite its most avant-garde expressions, sunk its roots in tradition and popular feeling. The legendary guitarist Diego del Gastor moved with his family to Morón de la Frontera where he developed his career as a professional. His creative power, linked to his very personal intuition, was truly admirable. His improvisations and his beautiful dissonances had an unmistakable personality. All those who have approached the work of Diego del Gastor agree in pointing out that he created a deeply personal and profoundly “jondo” school of playing. Diego possessed the heart and talent to turn even the most anodyne falseta into a web that weaves until it captures the purest expression of art that is not simply a barrage of notes, but an expressive combination of music and soul
In the sixties, young Americans began to arrive, fleeing the draft to fight in Vietnam or simply looking for new experiences, new landscapes, and new music. Diego del Gastor became a guru for those young people who understood that they were in front of an exceptional musician who, nevertheless, manifested his art in very small spheres out of personal conviction. The flamenco that emerged from the strings of Diego’s guitar was so intimate that it was unlike anything that had been done before. These home recordings can be explained by the presence of a colony of North American aficionados -many of them his disciples- who, during the sixties and seventies, stopped in Morón, gathered around the flamencologist Don Pohren and his cortijo Espartero. These same visitors brought him fame in North America. In 1953, the United States Air Force of Morón de la Frontera was established. The great proximity between the population and the military compound led many Americans to settle and live in town.
In 1961, a decisive event took place: the meeting between Diego del Gastor and Don E. Pohren, an encounter that would mark the life of the Andalusian guitarist and that would be the immediate cause of his becoming universally known. Pohren’s, in 1965, decided to open, on the outskirts of Morón, a pension, ‘Finca El Espartero’, where, in addition to lodging, guitar lessons flamenco parties were held. Many were the young Americans who visited that pension, attracted by the typical gypsy atmosphere that was breathed there. It was at these parties of friends where private recordings were made. Pohren wrote two books on the subject; The Art of Flamenco, and the Lives and Legends of Flamenco. Such was the fervor for flamenco that, by the late 1960s, guitarists were coming to Morón from all over to learn the magic of Diego’s guitar. His recordings were marketed at collector’s prices. With this universal recognition, Diego’s playing began to influence the world of music, not only in flamenco.
Antonio Orihuela (Moguer, 1965) is a writer, essayist, and poet. He holds a Ph.D. in History from the University of Seville and is an active professor. A libertarian militant since his youth, his poetic work has also led him to organize the cycle of literary meetings Voces del Extremo, which takes place in Moguer every summer. Antonio Orihuela also animates the blog Voces del Extremo, a meeting point for the best antagonistic poetry in Spain. He has been a member of the Editorial Board of the magazine Estudios and currently participates in the driving team of La Tormenta, a poetry magazine co-published by Piedra Papel Libros and Calumnia Edito.
Antonio Orihuela narra en Cien Hogueras la simbiosis que se produjo en la España de los años 60 entre flamencos, hippies y poetas. Orilladas en los márgenes de la historia cultural más reciente de España, la viveza de las prácticas contraculturales en andalucía deslumbra a poco que rasquemos las cenizas, todavía candentes, de las cien hogueras que alimentaron el espíritu contestatario de buena parte de los artistas andaluces durante los años sesenta y setententa.
Poetas, músicos o cantaores, entre otros, repudiaron en Andalucía los condicionamientos de la cultura oficial dictada por el franquismo, impulsando iniciativas artísticas de todo tipo, apenas investigadas hoy, que dan cuenta de un panorama cultural inexplorado; un tejido creativo transformador y de ruptura que, a pesar de sus expresiones más vanguardistas, hundió sus raíces en la tradición y el sentir popular.El legendario guitarrista Diego del Gastor se mudó junto a su familia en Morón de la Frontera donde desarrollaría su carrera como profesional. Su poder creador, ligado a su personalísima intuición era realmente admirable. Sus improvisaciones y sus bellísimas disonancias, poseían una inconfundible personalidad. Cuantos se han aproximado a la obra de Diego del Gastor señalan que creó una escuela de toque profundamente jonda y personal. Diego poseía el corazón y el talento de convertir, incluso la falseta más anodina, en una red que va tejiendo, hasta capturar la más pura expresión de un arte, que no es simplemente un aluvión de notas, sino una expresiva combinación de música y alma. En los años sesenta empezaron a llegar jóvenes americanos que huían de la guerra de Vietnam o que buscaban nuevas experiencias, nuevos paisajes y nuevas músicas. Diego del Gastor se convirtió en un gurú para aquellos jóvenes que comprendieron que estaban ante un músico excepcional que, sin embargo, manifestaba su arte en ámbitos muy reducidos por convicción personal. El flamenco que surgía de las cuerdas de la guitarra de Diego era tan íntimo, que no se parecía a nada de lo que se había hecho hasta entonces. Estas grabaciones caseras, se explican por la presencia de una colonia de aficionados norteamericanos -muchos de ellos discípulos suyos- que, durante los años sesenta y setenta del pasado siglo, paraban en Morón reunidos en torno al flamencólogo Don Pohren y su cortijo Espartero. Estos mismos visitantes le proporcionaron fama en Norteamérica.
Desde 1953, la base militar estadounidense de Morón de la Frontera. La gran proximidad entre la población y el recinto militar, propició que muchos estadounidenses se establecieran y habitaran en el pueblo. En 1961, tiene lugar el encuentro entre Diego del Gastor y Don E. Pohren, lo marcaría la vida del guitarrista andaluz y que fue la causa inmediata de que fuese conocido universalmente. Pohren, en 1965, decide abrir a las afueras de Morón, una pensión a la que puso el nombre de ‘Finca El Espartero’, donde, además de hospedaje, se daban clases de guitarra y se organizan continuas fiestas flamencas. Muchos fueron los jóvenes americanos que se dejaron ver por allí, atraídos por el tipismo andaluz y el aire bohemio que allí se respiraba. Es en esas fiestas de amigos en las que se hicieron grabaciones privadas. Pohren escribe dos libros sobre el tema; The Art of Flamenco y Lives and Legends of Flamenco. Tal fue el fervor que estas publicaciones suscitaron por lo flamenco que, a finales de los 60, venían a Morón guitarristas de todas partes para aprender la magia de la guitarra de Diego. Sus grabaciones eran comercializadas a precio de coleccionista. Con este reconocimiento universal, el toque de Diego empieza a influir en el mundo de la música, no solo en el flamenco, sino que músicos especialistas en otras modalidades musicales beberán del arte de Diego; sobre todo, de su capacidad de improvisación.
Antonio Orihuela (Moguer, 1965) es escritor, ensayista y poeta. Doctor en Historia por la Universidad de Sevilla, es profesor en activo. Militante libertario desde su juventud, su labor poética le ha llevado también a organizar el ciclo de encuentros literarios Voces del Extremo, que tiene lugar en Moguer cada verano. Antonio Orihuela también anima el blog Voces del Extremo, punto de encuentro de la mejor poesía antagonista de España. Ha pertenecido al Consejo de Redacción de la revista Estudios y actualmente participa en el equipo motor de La Tormenta, revista poética coeditada por Piedra Papel Libros y Calumnia Editorial.